
«Es en los sueños donde nuestro limitado pensamiento resulta liberado de los pesados grilletes de la razón, donde nuestros actos no quedan confinados a los estrictos dogmas de la naturaleza. Es donde el más exquisito de los manjares transfigura en la más nauseabunda de las ponzoñas, y el más cruel de los hechos torna de súbito en el más espantoso de los divertimentos.
Es cuando nuestra mente retorna a la rigidez del mundo tangible que nuestros sentimientos nos asaltan evaluando el grado de cada uno de los hechos soñados, y es ahí donde el onironauta, si aspira a usar las vivencias padecidas como herramientas para la creación, deberá recoger su abanico de escrúpulos y abrir su corazón a los más impuros de los actos recordados, pues es de las más tremebundas pesadillas de donde surgen las obras más extraordinarias».
—Reflexiones: sobre los sueños.