
«Uno de los sujetos que mayor progreso introdujo en mis estudios fue un individuo de Vermont llamado Kevin Couture. El objetivo prioritario del experimento consistía en trasladar la mente del sometido a un estado de desesperación marginal, limítrofe con la enajenación irreversible. Es en ese instante traumático donde el cerebro interconecta con mayor eficacia su sinapsis con la memoria genética ancestral, con el conocimiento más atávico, según los últimos apuntes del doctor Dustin R. Schultz.
La dificultad, por tanto, reside más en el método para llevar al sujeto a tal estado preciso de consternación que el propio estudio del individuo. Con Kevin Couture resultó muy sencillo: un violador sin escrúpulos, pedófilo y anárquico, asesino y estafador, con el sexo fácil y el dinero sucio como únicos intereses. Su mente era la más apropiada; era primitiva, era salvaje, indomeñable; conveniente para ser llevada al extremo de la cordura sin derrumbarse.
Mediante una sencilla cirugía retiré su rostro y su cuero cabelludo.
Seguidamente, cosí sus manos desde las muñecas a una amplia extensión que retiré de la piel de su espalda, y que más tarde tejí sobre su cabeza y cuello a modo de opaca envoltura. Tan solo dejé un pequeño orificio en la parte superior de su cabeza para permitir la entrada de aire, además de poder usarse para suministrarle agua de manera regular. Semana y media después del inicio del experimento, el hambre del sujeto llegaba a un punto irreconciliable con la vida, por lo que el individuo optó por devorar el único alimento que quedaba al alcance de su boca. Ese era el punto exacto en el que el raciocinio cedía ante el salvajismo más primitivo. El momento del estudio había llegado: el velo de sombras que se levanta ante nuestros ojos ocultándonos la realidad se volvería traslúcido».
—Extracto del polémico tratado sobre neurología «Animae et Mentis» del Dr. Elias Thanous, catedrático de Neurología de la Universidad de Boston. Desaparecido el 30 de julio de 1918 en extrañas circunstancias.