
¿Sabes? Sólo se conoce a un hombre que logró resistir hasta el último de los tres actos de la inefable obra teatral de El Rey de Amarillo. Sólo uno se atrevió a traspasar los límites de la cordura con tal de conocer el final de tan infame representación.
Cuentan los que le conocieron, que su satisfacción ante la resolución de la obra fue tal, que gustó en celebrarlo con una muestra de agradecimiento de similar magnitud. Con sus propias manos, arrancó toda la piel de su cara y arrojó sus ojos al escenario, como rosas globulares de celebración.
Cuentan los rumores que aún vaga por los bosques de Nueva Inglaterra, con una tosca máscara que oculta su cara, buscando a alguien con quien compartir los secretos aprendidos; aunque, claro…, sólo son rumores; la obra en sí misma es un cuento para asustar a los niños, ¿no es cierto?