
Imagen original de https://darkcloud013.deviantart.com/
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Nos asusta la oscuridad, creemos. Nos asusta la soledad, creemos. Y sin embargo, cuando estamos a oscuras, a solas, en la seguridad que proyectan las paredes de nuestro hogar, nos sentimos a salvo, invencibles.
En realidad, tememos a lo desconocido, tememos a lo inesperado. Recorremos un callejón oscuro y aceleramos el paso sin dejar de arrojar miradas furtivas a nuestras espaldas; transitamos elsubsuelo de nuestras ciudades esperando que desde aquella esquina aparezca la muerte en la forma de cualquier delincuente común. Tememos a lo incontrolable; tememos, y tenemos motivos, porque no es necesaria la oscuridad ni la soledad para toparnos con la simiente de aquellos dioses que nos crearon en edades antediluvianas; porque no es necesario invocarlos para que vengan; porque se mueven caprichosamente entre Allá y Acá, a voluntad: a la suya.
Tememos, y tenemos motivos.